domingo, 27 de diciembre de 2009

El tiempo de Dios (KAIRÓS)

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Un año más está a punto de terminar, el tiempo pasa raudo, si miramos hacia atrás, en el tiempo, seguramente muchos quisiéramos no haber cometido errores que cambiaron el rumbo de nuestras vidas o el de otras personas. Tal vez quisiéramos haber reaccionado de distinta manera, haber dicho lo justo y necesario, sin embargo... ya pasó. El tiempo no tiene retorno, dentro de un segundo lo que escribo o digo pertenecerá al pasado, por estas razones es importante detenernos en el camino, tomar tiempo para reflexionar, revisar nuestras actitudes, pero no solo porque el año se termina y queremos empezar uno "nuevo" sino porque de ello depende que podamos seguir creciendo espiritualmente. Está escrito en el Salmo 39:4 Hazme saber, Jehová, mi fin,
Y cuánta sea la medida de mis días;
Sepa yo cuán frágil soy.
39:5 He aquí, diste a mis días término corto,
Y mi edad es como nada delante de ti;
Ciertamente es completa vanidad todo hombre que vive. Selah
39:6 Ciertamente como una sombra es el hombre;
Ciertamente en vano se afana;
Amontona riquezas, y no sabe quién las recogerá.
39:7 Y ahora, Señor, ¿qué esperaré?
Mi esperanza está en ti.


Como seres finitos, que caminamos raudos, envueltos en la vorágime de los quehaceres diarios, de las responsabilidades domésticas, que hemos tomado muy en serio el orden, la competitividad, no es tan sencillo percibir los misterios de Dios e incluso los planes que tiene para nosotros, algunos simplemente morirán sin haberlos conocido, ignorando que el saber lo que Dios quiere para nosotros tiene un significado particular porque nos permitirá conocernos a nosotros mismos.

Pero ¿Cómo saber qué quiere Dios para nosotros?, la respuesta se resume en: Relación y compromiso, como toda relación y como todo compromiso, se fortalecen en los momentos de crisis, por lo que los momentos de crisis se convierten en retos que surgen para hacernos reflexionar, situaciones que debemos resolver de lo cual depende nuestra superación y crecimiento interior; son tiempos de maduración, pertenecen al KAIRÓS o tiempo de Dios, momentos de gracia concedidos por el Señor para nosotros, tiempos fecundos que revelan quiénes somos, adónde vamos y cómo debemos responder. Muchos personajes bíblicos encontraron el Kairós: Abraham, Jacob, José, Moisés, Jeremías, Elías, María, Pedro, Pablo y Jesús mismo, si recordamos sus vidas nos daremos cuenta que la edad es relativa, que lo importante es que Dios cumpla Su voluntad en nuestra vida, que nosotros disfrutemos de ese hecho que produce plena satisfacción.

Crecer no es sencillo, tiene sus fatigas y momentos amargos, pero en ese proceso podremos decir como el salmista: "Y ahora Señor, ¿qué esperaré? Mi esperanza eres Tú". No dejemos que la historia siga adelante mientras nos vamos quedando rezagados, refugiándonos en formas de neurosis caracterizadas por el egocentrismo (EGO), el mal carácter, el resentimiento, escapar de las responsabilidades, reaccionar de manera infantil esperando gratificaciones fáciles, como son dejarse halagar o tratando de ser el eje de la atención. No encontrar el Kairós nos expone al legalismo, a vivir de ilusiones, a frustraciones que terminarán en la agresividad o en el pesimismo y, más a menudo, en la depresión. Lo malo que haya pasado en tu vida: YA PASÓ, da vuelta a la página, celebra la vida, encuéntrate con tu Dios.