Próximos a recordar un año más del nacimiento del Hijo de Dios entre los hombres, es interesante relacionar a dos mujeres, una de ellas citada en el Antiguo Testamento: Jael (Jueces 5) y la otra en el Nuevo Testamento: María, la madre del Salvador (Lucas 1, 2).
Ambas hirieron al enemigo del pueblo de Dios y por ende de Dios, en la cabeza, cumpliendo así la profecía de Génesis: “ella te herirá en la cabeza” (Gn 3), siendo María la madre de Jesús, permitió el nacimiento del Salvador y así “hirió” de muerte a Satanás, al igual que Jael le quitó la vida a Sísara, el jefe del ejército de Jabín, rey de Canaán, un tirano que sojuzgaba a Israel; ambas por aquello son las únicas mujeres que han sido llamadas bienaventuradas. Sin embargo, en el caso de María dicha bienaventuranza alcanza también al fruto de su vientre o sea Jesús, quien es bendito por los siglos de los siglos.
La actitud valiente de ambas mujeres permitió acceder a la libertad, en el caso de Israel, a liberarse del yugo opresor impuesto por Sísara y su ejército; en el caso de María del yugo del pecado impuesto por nuestra naturaleza humana y por el padre de toda mentira y homicida desde el principio: Satanás, el adversario de Dios. Mucha gente celebrará la Navidad, sin siquiera saber qué se recuerda, escuchamos con desazón que se celebra "la unión" pero quienes tenemos la dicha de saber qué es el Evangelio, sabemos que celebramos y agradecemos al Padre Dios por habernos obsequiado a su propio Hijo y por habernos hecho partícipes de su buena voluntad. Navidad es Jesús, querido amigo, no lo olvides, no importa si estás solo o acompañado, si Cristo está contigo a través del Espíritu Santo podrás celebrar una verdadera Navidad. Que así sea!